Estafas mayores que esa no he visto
Por Ariel Terrero El belga Eric Toussaint analiza las posibilidades de reacciones aisladas, como la argentina, contra uno de los instrumentos financieros de dominación neoliberal más brutales de hoy, y apuesta a la movilización popular
Pocos síntomas de éxito parecen asomar en el horizonte del Comité para la Anulación de la Deuda Externa del Tercer Mundo (CADTM), si tal fuera el objetivo estrecho de esa red internacional creada en 1990, que abarca a organizaciones de 22 países de América Latina, África, Asia y Europa.
“La deuda externa es sólo punto de partida —explica el fundador y presidente de esa organización, el belga Eric Toussaint— para llegar a una visión de la globalización y de la alternativas al mundo neoliberal de hoy. Habríamos podido empezar por otro problema del ámbito económico, pero elegimos ese porque nos parece que es uno de los obstáculos principales al verdadero desarrollo de los países del Sur, aunque no el único. El problema del comercio o del intercambio desigual es otra barrera.”
Pero hoy la solución a una deuda que crece de año en año, parece lejana. Quizás por eso, Toussaint, miembro también del Consejo Internacional del Foro Social Mundial, se aferra a las escasas señales que ha logrado pescar en la historia.
“En el año 1991 se anuló el 50% de la deuda externa de Egipto. Ocurrió porque EE.UU. quería garantizar la participación de ese país en la primera guerra del Golfo contra Iraq. En la misma época se anuló el 50% de la deuda de Polonia, cuando confirmó su voluntad de entrar en la OTAN, después de salir del Pacto de Varsovia. En 2001 se anuló una parte de la deuda de Paquistán a fin de garantizar el apoyo de ese país, otra vez, a EE.UU., para agredir a Afganistán, después del 11 de septiembre. Y en noviembre del año pasado, el Club de París decidió anular el 80% de la deuda de Iraq.
“Sí, la deuda crece, pero a veces cuando un país representa un interés estratégico para las grandes potencias, se adoptan medidas fuertes de anulación.
“Dentro de una perspectiva histórica podría mencionar también la anulación de la deuda de Cuba con respecto a la corona española, en 1898, cuando EE.UU. intervino en la guerra por la independencia de Cuba, que en la perspectiva de Washington era para transformar a esta isla casi en una colonia”.
—¿Y esos ejemplos alimentan una esperanza de solución?
— No. Estos ejemplos los utilizamos para decir que la anulación es posible, cuando hay voluntad política. Pero no tenemos ninguna ilusión sobre el hecho de que los acreedores en las circunstancias actuales vayan a decir a los deudores: “ya ustedes pagaron suficientemente y son liberados de lo que queda de la deuda”. Eso no va a ocurrir.
“Hay toda una historia de anulaciones, pero a partir de la explosión de la crisis de la deuda externa en el año 1982, ésta se convirtió en el instrumento mayor de dominación de los acreedores del norte sobre los países del Tercer Mundo, que son deudores. Los primeros no van a emancipar en ese punto a las naciones en desarrollo; pueden decidir algún alivio cuando la carga sea tan pesada que impida el pago y lo harían para seguir cobrando lo que queda después de la anulación parcial, y excepcionalmente, cuando es su interés estratégico, como en el caso de Iraq”.
— ¿Entonces?
— La alternativa es la siguiente: la organización de un frente de países deudores para suspender de manera conjunta el pago total de la deuda o al menos renegociarla hacia la anulación del 80% o el 90%. Y si no hay un frente común, también puede ocurrir la decisión unilateral de países aislados, como Argentina en diciembre de 2001, que suspendió el pago de la mayor parte de su deuda externa pública, por un volumen de 100 mil millones de dólares. Fue una iniciativa histórica porque nunca habíamos conocido un default sobre un volumen tan importante de deuda.
“Y Argentina lo logró. Se había mencionado la perspectiva de represalias muy fuertes y no ocurrieron. Porque los acreedores pueden amenazar, pero no hay más la posibilidad de invadir un país con el pretexto del no pago de la deuda. Tienen que buscar otros: armas de destrucción masiva, terrorismo, etc.
— ¿Cree que el ejemplo de Argentina y su operación del canje de la deuda puede alentar a otros países a intentos similares?
— Lo que está demostrando el ejemplo argentino es lo siguiente: no hubo represalias, no pagó, en 2003 y 2004 tuvo un crecimiento económico promedio del 8%, y alcanzó una quita del 60% en la deuda, que es una proporción significativa. Al menos demuestra que es posible.
— ¿Dentro de la movilización contra la deuda, qué papel podría cumplir el encuentro internacional que escogió La Habana como sede?
— Sería la Asamblea Mundial de Jubileo Sur, que coordina a la mayoría de las campañas nacionales contra la deuda en los continentes del sur. Esa asamblea sería seguida por una reunión de Jubileo Sur con CADTM, una organización Norte-Sur y las demás campañas de los países del norte. Sería un diálogo entre todos para definir la estrategia para una nueva campaña global sobre la deuda. Esa es la apuesta.
«Hemos planteado que Cuba sea sede, pocos días antes del 26 de julio o después, porque hace 20 años Fidel lanzó en La Habana la consigna de que la deuda externa era impagable e intentó unir a los países de América Latina y otros continentes, enfrentados a la crisis de la deuda en esa época.
“La propuesta de encontrarnos en La Habana nació en el Foro Social Global, en una reunión de todas las campañas del sur y el norte sobre la deuda. Allí firmamos también una declaración exigiendo la anulación incondicional y total de la deuda externa pública de los países del sur, empezando por los países afectados por el tsunami y otros desastres naturales.”
— ¿Prevé que haya hoy una respuesta mayor a ese llamado?
— Para ser realista y franco, yo diría que inmediatamente no. Los que están dispuestos a nivel de gobierno a tener como punto central en la agenda la abolición de la deuda, son los gobiernos de Chávez, en Venezuela, y Kirchner, en Argentina. Pero Kirchner espera calmar el juego con el arreglo reciente. Entonces, apuesto primero a los movimientos populares y a la presión que pueden ejercer sobre sus gobiernos.
— ¿Por qué dice usted que el pago de la deuda externa es una estafa a los países del sur?
— Según el pensamiento económico dominante en muchas universidades, el Banco Mundial y el FMI, a los países en vías de desarrollo les falta ahorro interno. De ahí la necesidad de endeudarse y atraer capital extranjero. Pero el problema fundamental no es la falta de ahorro interno, sino el modelo del sistema capitalista global en la actualidad, que hace que el ahorro interno no se invierta en la economía de los países del sur, sino que por varias formas es desviado hacia el norte.
“Una de esas maneras es la evasión de capital. Los capitalistas de todos los países en vías de desarrollo —incluidos los del antiguo bloque soviético, donde también se ha restaurado el capitalismo— colocan su dinero en los bancos de los países más desarrollados. Esos depósitos alcanzan 1 460 000 millones de dólares en dinero líquido, mientras que los préstamos de estos bancos del norte a los países en vías de desarrollo alcanzan menos de la mitad de ese volumen. Estafas mayores que esa no he visto.
“El desvío del ahorro interno hace que los países del sur acumulen reservas en divisas extranjeras y con esas reservas compran bonos del tesoro norteamericano. Un ejemplo claro: China ha comprado 250 000 millones de dólares de bonos del tesoro norteamericano y tiene una deuda de 135 000 millones de dólares. En realidad, China es un acreedor neto. Podría vender sus bonos, recomprar su deuda y no estaría endeudada”.
— Pero si a China le da por vender todos esos bonos, inmediatamente el dólar caería y se armaría la gran crisis financiera.
— Por supuesto. Si hubiera un frente de gobiernos del sur frente al norte, ahí también podrían cambiar potencialmente las reglas del juego porque tienen un poder para imponer cambios. Si hay un frente para el no pago de la deuda pondría en una crisis muy grande a los países del norte, que entonces estarían obligados a buscar una solución favorable a los deudores.
— ¿Si las alternativas son tan evidentes como usted expone ahora, por qué no hay esa voluntad política?
— El problema es que la mayoría de los gobiernos del sur no tienen la voluntad de desafiar a las potencias, aunque no tienen menos poder hoy que cuando surgió el Movimiento de los No Alineados en 1961. Por eso, para mí el elemento más estimulador en la coyuntura mundial de hoy es Venezuela, porque es el único país dentro del marco del capitalismo —Cuba no pertenece a ese sistema—, cuyo gobierno se apoya sobre movilizaciones populares, para intentar poner en la práctica un modelo alternativo. Y lo está logrando. Chávez representa un desafío tremendo a América del Norte, Europa y a los gobiernos cobardes de los países del sur, porque demuestra en la práctica que es posible resistir.
Texto extraído do site http://www.eleconomista.cubaweb.cu
sábado, 8 de janeiro de 2011
Estafas mayores que esa no he visto
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